Porque más que estar grandes, son grandes… ¡felicidades abuelos!
Se acerca el día de los abuelos o, como cariñosamente se les dice: abuelito, abue, tata, abu, yaya… y muchos otros nombres para referirnos a esos respetables ángeles guardianes que peinan más canas que la mayoría de nosotros.
Aunque en México celebramos a los abuelos el 28 de agosto, en muchos países es el 26 de julio, fecha que coincide con los días de Santa Ana y San Joaquín, padres de la Virgen María y por lo tanto, abuelos del niño Jesús. Lo importante en todo caso, no es tanto la fecha en que se festejen, sino que se les honre y reconozca para reivindicar su valor como figuras fundamentales en la familia mexicana.
Orígenes del festejo
En cuanto al origen de la celebración del Día del Abuelo en México, existen varias versiones al respecto; algunas señalan que fue instituido durante el gobierno de Abelardo Díaz Rodríguez, entre 1932-1934, y ratificado tiempo después por Lázaro Cárdenas. Otra versión apunta a la iniciativa de Edgar Fernando Gaytán Monzón, locutor de una estación de radio en Chihuahua que transmitía el programa “La Hora Azul”, dirigido a los adultos mayores que gustaban de la música de la época de oro del cine mexicano, como la de tríos y boleros.
Aunque resulta difícil saber a ciencia cierta de dónde nació la idea, lo que sí podemos decir con toda certeza es que el papel que juegan los abuelos en las familias mexicanas va mucho más allá de una simple figura de tradición. Los abuelos son esos sabios decanos que con su experiencia nos transmiten conocimiento y sapiencia, y es a quienes siempre se puede recurrir en busca de un buen consejo.
La importancia de los abuelos y sus roles
¿Qué sería de las comidas familiares sin la inconfundible sazón de la abuela? Delante de sus mentes llenas de sabiduría, muchas abuelas atesoran un compendio de secretos y recetas que, más que de cocina, son de una alquimia donde guardan celosamente la fórmula mágica de la felicidad. Y así, ese antiguo arte de apapachar los corazones a través del paladar, se va enseñando de generación en generación, como parte de una invaluable herencia que mantiene a la familia unida alrededor de la mesa.
Y para contar historias, nadie como los abuelos: narradores inagotables de anécdotas llenas de aventuras, cultura, enseñanzas, datos curiosos y hazañas increíbles que, verdaderas o no, a todos fascinan y pueden escuchar en incontables ocasiones, con el mismo asombro de la primera vez.
Los abuelitos también son los guardianes que velan por las tradiciones, la cultura y los valores y que, a través de sus palabras y ejemplo, vigilan que no se pierdan ni se desvirtúen en ningún momento.
En un sentido más práctico, hay que reconocer que los abuelos también son de gran ayuda para cuidar a los nietos sin esperar nada a cambio, cuando los padres tienen que salir. Esto los convierte en los niñeros más cariñosos e incondicionales que puede haber, aunque también hay que admitir que a veces, más que figuras de autoridad, se vuelven cómplices de los pequeños para cubrir sus travesuras o ¿por qué no? consentirlos con un litro de helado que seguramente sus padres no hubieran permitido.
Sin embargo, debido a que cada vez hay más familias donde ambos padres trabajan o hay madres y padres solteros, es común que la condición de niñeros ocasionales de los abuelos se transforme en la de criadores de tiempo completo, adquiriendo una responsabilidad mayor. Si bien es cierto que esto algunas veces puede ser causa de un choque generacional por la diferencia de ideas, lo cierto es que gracias a los abuelos se han formado muchas mujeres y hombres de principios.
Desde luego que también hay muchas abuelas y abuelos que han cambiado de acuerdo a los tiempos actuales: abuelos independientes y dinámicos, llenos de actividades sociales y recreativas, y hasta algunos que le han entrado a la era digital.
Sea como sea, los abuelos merecen nuestro respeto y cariño por todo lo que nos han dado. Por eso, quienes aún tienen la fortuna de conservarlos, no pueden dejar pasar la oportunidad de festejarlos este Día de los Abuelos, sin necesidad de gastar mucho dinero. Lo más importante es estar con ellos y hacerlos sentir importantes, útiles y -sobre todo- amados, y para eso bastará con una cena especial, una videoconferencia con toda la familia o invitarlos a que nos impartan una clase virtual de twist o de rock en la que recuerden sus mejores pasos.
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